En 2018, la empresa Bacanora Lithium Plc descubrió un yacimiento de litio ubicado en Bacadéhuachi, Sonora, en el norte de México y declaró que había reservas de 243.8 millones de toneladas, posicionándola como una de las reservas más grande del mundo.
Desde entonces se especuló que México se colocaría entre las naciones más importantes en la industria, junto con el triángulo del litio: Bolivia, Argentina y Chile.
Bolivia comenzó con su propio plan de nacionalización hace 14 años y el objetivo de su ahora ex-presidente, Evo Morales, era muy ambicioso: tener para 2015 toda una industria de baterías y automóviles eléctricos en el país.
La nacionalización del litio en Bolivia ocurrió en 2008, dos años después de que Evo Morales se convirtiera en presidente. Aunque su industria debiera estar establecida siete años después, en pleno 2022 Bolivia no es un competidor en el mercado mundial de baterías de litio. En el camino se ha topado con obstáculos de todo tipo, desde falta de recursos, personal poco capacitado, desencuentros políticos e incapacidad tecnológica.
Ahora, el nuevo estimado oficial es que Bolivia por fin tenga una producción industrial de baterías para 2024 o 2025, diez años más tarde de lo inicialmente planeado.