La vacuna de AstraZeneca concentra una maraña de quejas de Bruselas por retrasos en los suministros, ataques a la UE, tensiones con Londres, interrupciones de administración y batallas comerciales. Como consecuencia, la desconfianza ciudadana se ha disparado: el 52% de los españoles considera inseguro el medicamento. El papel de los medios es clave en esta confusión. Los diarios europeos han reflejado puntualmente los hechos, pero algunos lectores creen que se le ha ido la mano en contra del productor de esta vacuna, al hablar de “el fiasco de AstraZeneca”.
La responsabilidad del fiasco es, en efecto, compartida. También por Bruselas, que tardó en firmar contratos y validar las vacunas. El economista Paul Krugman cargaba hace una semana las tintas contra la UE y le imputaba casi en exclusiva lo mismo —“fiasco”— en su columna Vacunas, un desastre muy europeo.
Por todo ello, el fiasco es “de” AstraZeneca, más que de nadie, pero no solo. Tiene importantes compañías en esta cadena de tropiezos.