La fatiga pandémica era un concepto inexistente hace tres años, pero la llegada del Covid-19 ha hecho que este término haya cobrado vida.
En 2021, la OMS llamó “Fatiga Pandémica” a una serie de reacciones de nuestra mente y emociones ante una pandemia mundial y prolongada que ha cambiado la manera en que trabajamos y nos relacionamos.
La fatiga pandémica se experimenta como estrés, apatía, desmotivación y un profundo cansancio físico. Y es que, cuando sentimos emociones que nos desgastan, nuestro cuerpo siente que su energía queda alterada. Y en estas ocasiones, podemos ver la conexión mente-cuerpo en todo su esplendor.
Esta fatiga emocional y física nos está afectando a todos, pero a los profesionales de la salud les está afectando aún más porque su trabajo les expone a un mayor desgaste derivado de las múltiples olas de Covid-19 que se están desarrollando:
1 Escasos recursos hospitalarios y mayor presión asistencial.
2 Escasez de equipos de protección individual (EPI) y pasar muchas horas con él.
3 Ausencia de un tratamiento específico para el Covid-19.
4 Acompañar a pacientes moribundos, que en lo peor de la pandemia, no tenían el apoyo de sus familiares.
5 Toma de decisiones con mucha carga emocional y ética (decidir quién entra en UCI).
6 Temor a transmitir el virus a la familia = aislarse de los seres queridos durante meses.
Estas son solo algunas de las dificultades que estáis viviendo quienes estáis en primera línea de atención.