El país esta semana se convirtió en el foco más caliente del planeta y Buenos Aires espera llegar a hasta los 43 grados.
El tsunami de calor que azota al país tiene escasos precedentes e insinúa un futuro más preocupante como consecuencia del cambio climático.
La ciudad de Buenos Aires fue un horno el pasado martes. Los 41,1 grados convirtieron a la capital de Argentina en una suerte de nuevo Sahara, con el agravante que buena parte del día 700.000 usuarios se quedaron sin energía eléctrica por un insólito corte. La única experiencia meteorológica superior había tenido lugar 62 años atrás, cuando se llegó a los 43,3 grados. Por entonces se la consideró una verdadera anomalía que había tenido como antecedente aquel día flamígero de 1906. Pero aquellas excepcionalidades podrían convertirse pronto en una regla del estío en una ciudad con poco espacio verde, dominada por el asfalto y el cemento a pesar de levantarse de cara al río de La Plata.
Un anticipo de lo que podría llegar a ser la vida en Buenos Aires se conocerá en las próximas horas porque se han pronosticado 42 grados. «No es de extrañarse que Argentina pueda ser el rincón más caluroso del planeta durante algunas horas del día jueves y viernes», dijo La Organización Meteorológica Mundial (WMO).