Probaron diferentes marcas, pero el resultado promedio fue el mismo: la carga inalámbrica consumía 21.01 W/h, mientras que el cable utilizó 14.26 W/h, lo cual es equivalente a 48% más de energía.
Según los resultados, la carga inalámbrica emplea más energía porque la almohadilla de carga requiere que el teléfono esté colocado de manera precisa. Si el dispositivo se mueve o no se coloca con exactitud, lo cual es algo común, generará más gasto de energía.
En consecuencia, el teléfono debe trabajar más y consumir más calor, por lo que acorta su vida útil al utilizar más energía para cargar la misma batería.
La investigación señala que la carga inalámbrica es una falsa ilusión, pues también requiere un cable de corriente en lugar de hacerlo directamente con el teléfono.
La diferencia en el consumo personal que se verá reflejada en la factura de luz no es tan significativa para los usuarios. Sin embargo, el consumo extra de energía a nivel global podría representar un problema a nivel social, según detalla la investigación.