La dura decisión de paralizar el gran proyecto energético europeo
Las cifras del Nord Stream 2 eran muy ambiciosas. Un gasoducto de 1.200 kilómetros bajo el Mar Báltico que conecta la costa de San Petersburgo con la ciudad de Lubmin, en Alemania. Una enorme tubería capaz de transportar gas suficiente para abastecer a 26 millones de hogares.
El Nord Stream 2 fue completado el pasado mes de septiembre y su coste asciende a más de 10.000 millones de euros. Una cantidad que ha salido a partes iguales entre Gazprom, empresa estatal rusa de energía y de empresas europeas como Shell o Engie.
Sin embargo, pese a que desde hace meses está completado todavía no había recibido la aprobación de Alemania para su puesta en marcha. Su certificación llevaba paralizada desde noviembre por no cumplir los trámites regulatorios europeos.
El Nord Stream 2 es una vía para enviar gas sin pasar por Ucrania o Polonia. Precisamente Ucrania está en el centro del debate sobre el Nord Stream 2 pese a que se encuentra a kilómetros de distancia. El hecho de que el gas no pase por ahí implica que se dejan de pagar cientos de millones de euros en derechos de paso. Incluso se ha llegado a decir que la crisis energética con el gas había sido impulsada por Rusia para acelerar la puesta en marcha de este gasoducto.