Los manifestantes exigían la renuncia de Castillo y se dirigían hacia el Parlamento, pero no pudieron avanzar por la presencia de policías. Medio centenar de inconformes arrojaron piedras contra los agentes, prendieron fuego a botes de basura y rompieron las lunas de la fiscalía. La mayoría se alejó hacia otra plaza donde protestaron sin violencia.
Era la primera vez en tiempos recientes que un gobierno buscaba frenar protestas prohibiendo salir de casa, al menos desde que concluyó la década de mano dura del entonces mandatario Alberto Fujimori (1990-2000). Los hechos se produjeron en una fecha recordada por los peruanos porque el 5 de abril de 1992, Fujimori cerró el Parlamento, el Poder Judicial y sacó a los soldados a las calles en medio de una crisis económica y social.
Las restricciones permitían el funcionamiento de servicios esenciales, incluidas farmacias, hospitales y recolección de basura. Pero en varios hospitales hubo problemas para atender pacientes porque los médicos no llegaron.